Te
siento recorrerme
y
es cuando me desangras
te
alejas sin pedirlo,
te
alimentas sin agradecerlo,
y
me dejás vacía.
Extraño
las tardes del cordero,
cuando
te acercabas con cautela,
cuando
tu voracidad,
aún
no saciada,
me
dejaba respirar.
Hoy
asechas mi carne,
expuesta
a tú voraz
instinto...
Después
que comas,
lamerás
y roerás los huesos.
No
dejes nada,
ni
trozos de carne,
ni
charcos que salpiquen sangre,
ni
astillas de huesos.
Por
eso,
todo
en vos,
sabe
a placer a destiempo.
Tania Jiménez Penha
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