Santiago Montobbio en la mítica colección El bardo
Javier Sancho Más
– Que una editorial y colección de poesía cumpla medio siglo ya es una noticia poética. Fundada por José Batlló en 1964, la colección El Bardo, de la editorial Libros de la frontera, supone una proyecto casi mítico que en tiempos de la dictadura franquista permitió conocer a poetas de la talla de Pere Gimferrer o Celso Emilio Ferreiro, y donde también publicaron Pablo Neruda, Vicente Aleixandre, Gabriel Celaya, Ángel González o Manuel Vázquez Montalbán.
Ahora en su nueva etapa, otros poetas más jóvenes se incluyen con una obra de una consistencia probada. Es el caso de Santiago Montobbio, que acaba de publicar Hasta el final camina el canto, el tercer volumen de una tetralogía acogida por El bardo, precedida por La poesía es un fondo de agua marina, y Los soles por las noches esparcidos. Los cuatro volúmenes contarán íntegramente con los 942 poemas que escribió el autor durante el año 2009. Una explosión poética, que Montobbio cataloga de “cosecha”. Es costumbre del autor titular sus libros con versos propios aparecidos anteriormente, un concepto de un todo fluir que es su poesía y se nota también en su lectura. El mismo autor dice que “un título encierra una verdad, o puede y debe encerrarla”.
En estos tres volúmenes ya se han publicado la suma de 696 poemas de los que escribió Montobbio en aquel año tan fértil. El volumen que cerrará la colección contendrá el resto hasta el poema 942.
Santiago Montobbio se dio a conocer por dos obras de impacto: Hospital de inocentes y El anarquista de las bengalas, con una gran aceptación crítica y elogios de autores como Onetti o Cela. Se trata de una primera época muy honda, y también más pesimista, algo que el poeta resume sin ningún tipo de exageración:
“Yo no escribí para publicar, sino para salvarme. Lo digo y es verdad. Yo no estaría vivo si no hubiera escrito esos primeros poemas. Es sencillamente así: la poesía nos salva, y sería de esperar que ayude no sólo a quien la escribe sino también a quien la lee. Eran tan íntimos esos versos que publicarlos no los viví como un éxito, sino como un desgarro”.
Catalán de nacimiento, escribe en español. Ha sido traducido a varios idiomas, especialmente al francés y al italiano. Es evidente que cuando Montobbio escribe, lo hace en cascada y huyendo de la poesía académica. Capaz de 15 poemas en un día, o de 20 años sin un solo verso. También es profesor de Filología en las universidades de la UNED y ESADE.
En esta nueva entrega de poemas, se ha perdido ya la negrura que rodeaba a sus primeras obras. Las lecturas de Jorge Guillén, de quien el poeta es un devoto, marcan su celebración de la vida, que ahora se manifiesta con más plenitud.
Y queda la música.
Poemas de Montobbio musicalizados por Ofilio Picón.
El compositor y cantautor nicaragüense Ofilio Picón ha musicalizado unos 12 poemas de Montobbio. Sólo falta que una casa editorial se anime a publicarlo en formato libro o cd para gozarlo. Picón atesora ya una amplia experiencia en la poesía musicalizada, como ha demostrado con un toque personalísimo tanto en la composición como en la voz, con obras de autores indispensables en la poesía iberoamericana como Claribel Alegría.
Muestra poética
Aquí una muestra de algunos poemas de Hasta el final camina el canto.
441
TENGO LA NOCHE ENTRE LAS MANOS.
Tiembla el tiempo. Adentro es donde
la tierra del arte cual misterio
germina y se realiza. Tiembla
el tiempo y también yo tiemblo.
Dime qué sentido tiene
que yo aún te espere. Te espero.
Tiemblo, quiero. Y soy náufrago y desierto
y selva de silencio y noche hosca
en los que mientras se entrelazan me anego.
No sé dónde estás, pero sí
que yo todo lo pierdo. Es
una forma terrible de querer
este quererte, quererte de este modo, o de que en el amor así
en mí se cumpla. Náufrago y desierto
en que te quiero y te pierdo y me anego,
al final de un día que para la luz no ha nacido.
Tiembla el tiempo. Adentro es donde
la tierra del arte cual misterio
germina y se realiza. Tiembla
el tiempo y también yo tiemblo.
Dime qué sentido tiene
que yo aún te espere. Te espero.
Tiemblo, quiero. Y soy náufrago y desierto
y selva de silencio y noche hosca
en los que mientras se entrelazan me anego.
No sé dónde estás, pero sí
que yo todo lo pierdo. Es
una forma terrible de querer
este quererte, quererte de este modo, o de que en el amor así
en mí se cumpla. Náufrago y desierto
en que te quiero y te pierdo y me anego,
al final de un día que para la luz no ha nacido.
ADIÓS SE DIBUJA SOBRE OLVIDO: SON, YA SE VE,
los pobres motivos en que me pierdo y me confundo.
Y me construyo y en ellos y también
como adiós y como olvido
desde una profunda soledad me digo.
Desde una luz oscura y una
desgarradura íntima. Desde una
última tierra
que ya nadie cruzara, en un
perdido sendero
que atraviesa un campo
que sólo conoce la lluvia.
Allí al final de la soledad me llego,
al final de nada o de mí mismo, con adiós
y con olvido, con silencio herido por el que navego
como barco último que no puede atracar en ningún puerto.
Así te quiero y así te espero. Así te busco
y me dibujo. Con adiós y olvido,
en la tierra sola de la soledad más última,
sobre su ignorada lluvia en la que lluevo
perdido y solo, roto, entero lluevo cada día
sobre tu sueño perseguido y el campo sin caminos
y el barco que soy y que no atraca, así
sobre todo yo soy pájaro herido y lluevo
como agua que la nada lava y que no mancha.
Quizá Dios ha escogido que para mí
sea ésta la forma en que me salva.
los pobres motivos en que me pierdo y me confundo.
Y me construyo y en ellos y también
como adiós y como olvido
desde una profunda soledad me digo.
Desde una luz oscura y una
desgarradura íntima. Desde una
última tierra
que ya nadie cruzara, en un
perdido sendero
que atraviesa un campo
que sólo conoce la lluvia.
Allí al final de la soledad me llego,
al final de nada o de mí mismo, con adiós
y con olvido, con silencio herido por el que navego
como barco último que no puede atracar en ningún puerto.
Así te quiero y así te espero. Así te busco
y me dibujo. Con adiós y olvido,
en la tierra sola de la soledad más última,
sobre su ignorada lluvia en la que lluevo
perdido y solo, roto, entero lluevo cada día
sobre tu sueño perseguido y el campo sin caminos
y el barco que soy y que no atraca, así
sobre todo yo soy pájaro herido y lluevo
como agua que la nada lava y que no mancha.
Quizá Dios ha escogido que para mí
sea ésta la forma en que me salva.
513
OLVIDO, TRABAJO, COMO DEL POEMA ANTERIOR
era el motivo. Y canto y me extingo
en las palabras y el alma
se hace astillas. Porque a veces
el canto a nada nos conduce.
A sombra, a hiena, a risa falsa
que no canta, sólo simula palabras
que en realidad el corazón no alcanzan.
Un río de sombra fluye de mis dedos
mientras escribo o garabateo. A veces,
digo, así sucede. A veces el arte
es sólo simulacro y ya no patria.
Y no hemos de caer en una manera
que a la conciencia no responda, que de ella
final no brote. Descanse la mano
y duerman las palabras. El arte
ha de ser patria.
era el motivo. Y canto y me extingo
en las palabras y el alma
se hace astillas. Porque a veces
el canto a nada nos conduce.
A sombra, a hiena, a risa falsa
que no canta, sólo simula palabras
que en realidad el corazón no alcanzan.
Un río de sombra fluye de mis dedos
mientras escribo o garabateo. A veces,
digo, así sucede. A veces el arte
es sólo simulacro y ya no patria.
Y no hemos de caer en una manera
que a la conciencia no responda, que de ella
final no brote. Descanse la mano
y duerman las palabras. El arte
ha de ser patria.
535
UNA SEMANA Y CIEN POEMAS MÁS O MENOS. CÓMO
vuelven las palabras, cómo asaltan
en este agosto en que celebro
el estar vivo, tras la daga
de la sombra
de la herida
que esa vida amenazaba. Cien poemas
como signo de los días, como símbolo
exacto de la vida. Las palabras se despliegan
y después del silencio estallan, son semillas
que en el corazón germinan
en cualquier temporada, cuando
la necesidad las hace
vibrar de nuevo, ser aire
en que el alma respira. Un verano
lleno de palabras no es un mal destino.
Es un milagro el estar vivo, un hechizo,
y en ese misterio me salvo y me palpo,
el alma alcanzo, y soy río
de palabras y las aguas
que navegan mientras canto.
vuelven las palabras, cómo asaltan
en este agosto en que celebro
el estar vivo, tras la daga
de la sombra
de la herida
que esa vida amenazaba. Cien poemas
como signo de los días, como símbolo
exacto de la vida. Las palabras se despliegan
y después del silencio estallan, son semillas
que en el corazón germinan
en cualquier temporada, cuando
la necesidad las hace
vibrar de nuevo, ser aire
en que el alma respira. Un verano
lleno de palabras no es un mal destino.
Es un milagro el estar vivo, un hechizo,
y en ese misterio me salvo y me palpo,
el alma alcanzo, y soy río
de palabras y las aguas
que navegan mientras canto.
594
ME OLVIDO DEL MOTIVO DE ESTAR VIVO.
Lo tengo entre las manos, y dice
que el destino es un niño y bate
poemas en la sombra. Acompaña
a una guitarra. La noche
es fresca y honda. Para alguien
ha de tener sentido aún la espera.
Pero no ya para mi amor, que ha vuelto
fuego seco tu distancia, la sola
lejanía que me has dado.
(Me he muerto varias veces, en cada abrazo
que sólo el olvido y el silencio han estrechado).
Lo tengo entre las manos, y dice
que el destino es un niño y bate
poemas en la sombra. Acompaña
a una guitarra. La noche
es fresca y honda. Para alguien
ha de tener sentido aún la espera.
Pero no ya para mi amor, que ha vuelto
fuego seco tu distancia, la sola
lejanía que me has dado.
(Me he muerto varias veces, en cada abrazo
que sólo el olvido y el silencio han estrechado).
596
UNA MUJER SIEMPRE ESTÁ ORGULLOSA DE SU PADRE, LEÍ
en una novela de Virginia Woolf. Pensé que era una verdad
que yo también había observado. Y a veces
no es para tanto. Pero parece que sigue siendo el héroe que era
cuando niñas, y continúa aún como leyenda.
La literatura nos trae una verdad de la vida.
Una observación aguda, una mirada penetrante,
única. Un destello sobre el alma
y también sobre las cosas. Recuerdo el de Virgina Woolf
entre los pinos y empiezo
otro día del verano. Quizá
sea una curiosa manera de acompañar el desayuno
y terminar de despertarse.
en una novela de Virginia Woolf. Pensé que era una verdad
que yo también había observado. Y a veces
no es para tanto. Pero parece que sigue siendo el héroe que era
cuando niñas, y continúa aún como leyenda.
La literatura nos trae una verdad de la vida.
Una observación aguda, una mirada penetrante,
única. Un destello sobre el alma
y también sobre las cosas. Recuerdo el de Virgina Woolf
entre los pinos y empiezo
otro día del verano. Quizá
sea una curiosa manera de acompañar el desayuno
y terminar de despertarse.
649
EN CADA VERSO PIERDO EL MUNDO,
porque en él no te abrazo y no te encuentro,
sólo estrecho huidizas sombras
que no te nombran, que nunca traen
recuerdo o labio y nada son, porque a ti
no me acercan, y se marcha y son sólo
huellas que en el papel cifran tu ausencia.
En el papel no te nombro ni recuerdo:
así lo intento, pero no lo logro, porque las palabras
crean aun otra distancia, un muro
en que la soledad jamás te abraza.
En cada verso, en cada poema
pierdo el mundo. Porque no te encuentro.
porque en él no te abrazo y no te encuentro,
sólo estrecho huidizas sombras
que no te nombran, que nunca traen
recuerdo o labio y nada son, porque a ti
no me acercan, y se marcha y son sólo
huellas que en el papel cifran tu ausencia.
En el papel no te nombro ni recuerdo:
así lo intento, pero no lo logro, porque las palabras
crean aun otra distancia, un muro
en que la soledad jamás te abraza.
En cada verso, en cada poema
pierdo el mundo. Porque no te encuentro.
665
SOY EL MIEDO DE UN LABIO EN QUE TE ESPERO.
El silencio en que te vivo, el viento
en que me muero y que como
en las hojas que alborota
tu recuerdo extiendo. Un callado
firmamento pueblo por adentro. De hechizos
o misterios está lleno, en tu abrazo
perdido en el que también vivo. Como en el silencio,
en el miedo y en el labio, en el viento
en que te esparzo y en que vivo, y además de vivir
tiemblo, y en ese
temblor te espero, silencio
y viento.
El silencio en que te vivo, el viento
en que me muero y que como
en las hojas que alborota
tu recuerdo extiendo. Un callado
firmamento pueblo por adentro. De hechizos
o misterios está lleno, en tu abrazo
perdido en el que también vivo. Como en el silencio,
en el miedo y en el labio, en el viento
en que te esparzo y en que vivo, y además de vivir
tiemblo, y en ese
temblor te espero, silencio
y viento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario