jueves, 30 de julio de 2015

Mujeres de Luz.







Art Peopel Galery

Invasores del Caribe de Nicaragua.

Una cronología de eventos  


1538 
San Juan del Norte se encontraba bajo el dominio español su representante era el señor Rodrigo Contreras, el nombre San Juan  se originó de una de las embarcaciones de la expedición de los capitanes Machuca de Suazo y Calero, exploradores del "Desaguadero" (Río San Juan).

1616
Diego Fernández de Velasco, Gobernador de Castilla del Oro, por instrucciones de Felipe III, explora la región en busca de un sitio más favorable que Istmo de Panamá para establecer la comunicación interoceánica.

1620
Diego de Mercado, presidente de Guatemala, informa al Rey sobre  las ventajas de la ruta de Nicaragua.
El Ingeniero español Fernando de Escobedo fue encargado de la fortificación del río, en el que por esta época llegaron a establecerse hasta doce fortificaciones, que son: 1) el Fuerte de San Carlos a la salida del Lago; 2) en la boca del río Sábalos; 3) a corta distancia del río Pocosol; 4) el Castillo de La Inmaculada Concepción; 5) en la Isla Bartola; 6) en la ribera debajo de los Raudales de los Valos, llamada "El Diamante"; 7) en los Raudales de Machuca; 8) en una isla en la boca del río San Carlos; 9) en la boca del río San Francisco; 10) en la boca del río Sarapiquí; 11) en un punto frente a la Isla Concepción; y 12) en el puerto de San Juan del Norte.
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630 Inglaterra, en un plan premeditado de ocupar el Rio San Juan por las que puede establecerse la comunicación interoceánica, ocupa islas y posiciones estratégicas de la Costa de los Mosquitos en Nicaragua, y la costa oriental de Guatemala (Belice).
Y entran los otros maniaticos europeos con un caracter aventurero diabolico, piratas del Caribe, Comenzaron arrebatando las islas de Nicaragua en el Mar Caribe, y luego atacaron muchas ciudades de Nicaragua.

1639 
Los ingleses publican un "Practical Memorandum of the Indies" en el que sostienen la posibilidad de una comunicación interoceánica en Nicaragua. en la Costa de los Mosquitos

1640
Piratas Franceses y Daneses realizan las primeras incursiones en el Lago de Nicaragua.

1655
Tropas Ingleses negocian tratados con los principales jefes indígenas de la Costa Atlántica, desde el Cabo de Gracias a Dios hasta Bocas del Toro (Panamá), y Bluefields convirtiendo la zona libre a piratas ingleses  protegidas por la base de militares ingleses acantonados en Jamaica.

1665
El Dominico inglés, Thomas Gage,  publica en  "The Spanish American, a new survey of the West Indies" 
"Llegamos al  Realejo que encontré ser un lugar débil e indefenso en el Mar del Sur. De allí a Granada no observé sino la llanura y placidez del camino, y con la abundancia de frutas y la fertilidad del suelo hacen de Nicaragua el Paraíso
de América". El día en que Gage estuvo en Granada dice que entraron a la  ciudad seis recuas (cosa de 300 mulas) de sólo El Salvador y Comayagua, cargadas de añil, cochinilla y cueros, y dos día después entraron tres recuas de Guatemala, con cargas de plata, azúcar y añil. 

1667 
La navegación del río San Juan se hace más difícil y peligrosa pues como medio de defensa las autoridades militares  (bajo el dominio español) arrojaron grandes piedras en los raudales del río, 

1667
Otra excursión pirática, esta vez al mando de Henry Morgan, penetró al Lago de Nicaragua habiendo sido rechazado con éxito. 

1670
Morgan ataca de nuevo y llega hasta saquear a Granada. 

1670
Se concluye un Tratado entre Inglaterra y España en el que se incluye una cláusula por la que se le reconoce al Rey de Inglaterra el derecho de proteger para siempre "cualquier parte de América" que  estuviese en posesión de sus súbditos. Aunque esto era solamente para proteger a los cortadores de maderas, fue mal interpretado por Inglaterra  para abusar de su sentido. 
  
La construcción del Castillo de la Inmaculada Concepción del Río San Juan fue encomendada al general de artillería Don Fernando Francisco de Escobedo, La construcción se inició en 1673, se escogió la posición más privilegiada, una elevación junto a los raudales más violentos del río San Juan del Norte, frente al Raudal de Santa Cruz, 
1675 Se terminaron los trabajos de la construcción del Castillo. Hubo en Granada gran alegría por la terminación del nuevo Fuerte expresada en una festividad religiosa en la que hubo sermón haciendo resaltar esto como un gran acontecimiento. El sermón fue impreso en Guatemala bajo el siguiente título: "Por haberse acabado este presente año de 1675, en el río de San Juan, la fábrica del Castillo con título de Nuestra Señora de la Concepción, a diligencia y cuidado del Gobernador de las Armas y de lo Político, Teniente de Capitán General, Don Pablo de Loyola". 

1680
William Paterson, de Escocia, concibe la idea de establecer una colonia en Darién (Panamá) con el objeto, decía, "de asegurar para la Gran Bretaña las llaves del universo, que permitan a sus poseedores dar leyes a ambos océanos y llegar a ser los árbitros del comercio mundial". 

1707 
Los Sambos y los Miskitos de la Costa Atlántica son incitados por los Ingleses a atacar el Castillo en el río San Juan, como plan de una sistemática estrategia para debilitar las defensas del río. 

1740 
Trelawney, Gobernador de Jamaica, recomendó un plan para una insurrección de las colonias de España. Este plan fue llevado a cabo por el Capitán Robert Hodgson, quien entró en negociaciones con el Rey Mosco para que éste cediera a favor de Inglaterra los derechos de soberanía sobre.

1796
Este puerto se destaca por su auge comercial, se le denomina Puerto Libre, con las mismas prerrogativas que gozaban en aquella época los puertos de Omoa en Honduras y de Santo Tomás de Castilla en Guatemala.

1796
Los mosquitos y zambos de la Costa Atlántica nicaragüense invadieron la boca del Río San Juan, para bloquear las embarcaciones españolas que arribaban a la bahía.

1839 
El Rey Mosco, concedió a los ingleses el derecho de explotación de la madera en grandes extensiones de tierra que abarcaban el territorio de San Juan. Esto permitió a Gran Bretaña fijar su mira a la construcción del canal interoceánico que cruzaría el territorio de Nicaragua a través del Río San Juan.

1847
El Rey Mosco  cambia el nombre a San Juan por Greytown en homenaje al entonces gobernador de Jamaica Sri. Charles Grey Greytown se convirtió en la práctica en un Puerto Libre con su propio gobernador local y con representaciones diplomáticas de varios países.

1848
Los ingleses ocupan militarmente el viejo San Juan puerta del posible canal interoceánico.
1928 Colombia y Estados Unidos fuerza a Nicaragua de sus derechos territoriales en Las Islas de San Andrés y Providencia y otros cayos miskitos. En esta movida Colombia bloquea el Mar Caribe a Nicaragua.

1999 
Honduras ratifica un tratado con Colombia reconociendo fronteras comunes afectando más de 130,000 Kms cuadrados de Nicaragua.


Amoroso colorido.






Art People Galery

martes, 28 de julio de 2015

Cómo en un cuento de hadas o de Hades?









Varios autores y movimientos pictóricos, la fotografía y la pintura dice mucho del universo del fotógrafo, de su vida, sus encantos, sus desencantos, su puesta en escena, su visión lúdica de la vida.

Art Peopel Galery.












lunes, 13 de julio de 2015

Desnudos artísticos.








Desnudos de varios artistas y movimientos pictóricos,
Peopel Art Galery  and  Kingdom of painting Galery.

sábado, 11 de julio de 2015

Un retrato magnifico de José María Vargas Villa

Consuelo Triviño, reeditada, 
en una novela, la célebre, vida y obra del autor colombiano.

Vargas Vila, señor de rayos y leones,
callado y solitario recorre las ciudades,
y ninguno alimenta rebaño de ilusiones,
como este luminoso pastor de tempestades.
Rubén Darío

Por Harold Alvarado Tenorio

Que yo sepa, solo una losa de piedra, sobre una de las paredes de la fachada de una casa sita en la carrera 2a. número 12-14 de La Candelaria, lo recuerda: “Aquí nació, el 23 de junio de 1860, José María Vargas Vila, autor de Aura o las violetas”.

Sus restos, si es que existen, viven en la indiferencia de una cárcava del Cementerio Central, que habrán ido a parar quién sabe dónde, entre los huesos desplazados por las políticas urbanísticas recientes, que vaciaron 18 mil sepulturas para levantar un parque que emperifolla una estatua, hueca, renacentista y ecuestre, de Fernando Botero. Fue, a pesar del desprecio y el olvido, el escritor colombiano más leído y vendido del siglo pasado, y su gloria no desmerece de la de Gabriel García Márquez, con quien más de una vez se ha contrastado. Al menos, fue tan rico y famoso como el Nobel de 1982.

Murió en Barcelona en 1933, dejando a la posteridad cerca de cien libros, entre novelas, crónicas de viajes, historia, panfletos o ensayos, y a su hijo adoptivo, sus mansiones decimonónicas de París, Málaga, Sorrento, Madrid o Barcelona, donde con el más preciso y obstinado aislamiento, cumpliendo horarios de oficinista y vistiendo con exotismo se dedicó a combatir los gobiernos de Núñez, Holguines, Caro, Sanclemente, Marroquín, Reyes, Concha, Suárez, Ospina y Abadía Méndez de la ‘república conservadora’ de Colombia, y a déspotas sudamericanos como Estrada Cabrera, de Guatemala; Porfirio Díaz, de México, o Cipriano Castro, en Venezuela, con una obra que se sigue vendiendo, en el más absoluto pero galopante silencio e incluye joyas de la prosa modernista como Ibis, Ante los bárbaros, Los césares de la decadencia, Los divinos y los humanos o Rubén Darío.
“La influencia de un escritor sobre su época marca, no los grados de su talento, sino los de su virtud”, dijo. Y continúa: “El talento en un alma sin carácter es como la hermosura en una mujer sin virtud; un elemento más de prostitución”.

Claudio de Alas (1886-1918), el vate colombiano admirado por Borges que se quitó la vida en Buenos Aires cuando tenía 32 años y lo conociera en Nueva York, en 1904, ha dejado quizás el mejor retrato del Divino iracundo:

“Vestido de negro azabache, era tan taciturno como la misma sombra. Sus largas e inquietantes manos rebosantes de anillos de oro, lapislázuli y amatistas parecían talladas en mármol para cincelar largas frases dignas de Hugo y D’Annunzio. Un camafeo con una serpiente egipcia, obsequio del alejandrino Kavafis y el griego Kappatos, hace las veces de un alfiler de Wilde sobre su corbata de seda peinada. Un bastón de ébano con una cabeza de dragón chino, engastada en azules de Ling y platinos de Mei, sirven de apoyo a su mano izquierda. Pálido y moreno, un dedo sellaba sus labios indicando silencio, con los hirsutos cabellos más negros que grises delatando una gran testa, amplios los temporales y vivas las pupilas de halcón, dominadoras, semejantes al misterio que producen las olas de la mar en noches de alta lujuria”.

Nacido en aquella pequeña casa, en una de las riberas del río San Agustín, entre las viejas calles La Gallera y Las Águilas tres años antes de la promulgación de la Constitución de Rionegro, cuando la capital era apenas un pueblo frío, feo y fétido regido por los treinta campanarios de sus iglesias coloniales, con las calles infestadas de campesinos pobres y viejas mujeres viudas de las guerras civiles, seguidas de borricos y perros famélicos, los años de juventud de Vargas Vila fueron los del Olimpo Radical, cuando como periodista y agitador defendió los estados federados de Mosquera, Murillo Toro y Parra, irreductibles partidarios de la libertad de expresión, enseñanza, asociación y culto, cuyo contradictor, Rafael Núñez, tras haber leído en Spencer, rompió con el radicalismo y optó por un centralismo político y fiscal que llevó a la guerra civil de 1876-1878, cuando militó con el general Santos Acosta y luego, como secretario del general Daniel Hernández –quien perdiendo la vida y la guerra en la sangrienta batalla naval de La Humareda permitió a Núñez declarar liquidada la Constitución de 1863 y expedir la de 1886–, hubo que huir a los llanos del oriente y luego a Venezuela, iniciando un exilio que duraría toda la vida.

Admirado y leído en cantinas de barrio, barberías, costureros, fábricas, universidades, tabernas portuarias, sastrerías y carnicerías, sus numerosos enemigos, intelectuales al servicio de tiranos y autoritarios, lo llamaron bastardo, blasfemo, desnaturalizado, disolvente, pernicioso, mientras propagaban la especie de que vivía como un rey, era hermafrodita y homosexual, misógino, anarquista, terrorista e impotente.

Lo cierto es que fue un formidable defensor de la libertad con la palabra escrita. Nadie como él, quizás con la excepción del granadino Isaac Muñoz [1881-1925], cuyos exotismo, perversidad y lujuria de estilo le son equiparables, hizo que las ideas y las maneras de ver el mundo de artistas y pensadores laicos ascendieran hasta las voluntades de millares de intelectuales campesinos, jornaleros, analfabetos, desposeídos y desocupados que aspiraban a ser tan libres como Jorge Amado, Pablo Neruda, Gabriela Mistral, Jorge Luis Borges, Alejo Carpentier, Guillermo Cabrera Infante, José Vasconcelos, Francisco Umbral, Ramón Gómez de la Serna, Gabriel García Márquez, José Donoso, Jorge Zalamea o Ramón del Valle Inclán, ese puñado de sus admiradores, que reconocieron que sin él y sin su prosa no habrían existido.

Una prosa lírica cuya eficacia no hay que buscar entre las sábanas, sino en su fluir subversivo contra lo establecido, los discursos oficiales hegemónicos cuyos designios nacionales se sustentan en nociones como la familia burguesa, las tutelas morales de las iglesias y la centralización de los poderes que explotan, excluyen y reprimen el cuerpo social y el individuo. Por eso Vargas Vila violenta la ortografía, la sintaxis y la prosodia del español de Caro y Cuervo, abundando en adjetivos, modificando el uso de mayúsculas, minúsculas, la puntuación, salpimentando con hipérboles, galicismos, neologismos y metáforas sinestésicas sus extensas ráfagas de fuego y hielo, citando al por mayor del latín y el griego, cuando no del italiano, francés e inglés, lenguas que quizás no bien conocía.

Que 153 años después de haber nacido se publique una novela que indaga en los apuros de su alma en lucha contra los día a día de su tiempo demuestra su vigencia. La semilla de la ira, de Consuelo Triviño, con un preciosismo que perpetúa la prosa en primera persona de José Fernández, el álter ego de José Asunción Silva en De sobremesa, repasa los tormentos de la conciencia del asceta profano en varias de sus residencias en la tierra, ofreciéndonos un retrato de su alma que no había imaginado la crítica hasta hoy. La de un esteta consumado que hace de la búsqueda de la libertad un instrumento para alcanzar eternidad con el arte de las palabras, la más grande y destructora arma que ha inventado el hombre.

Una auténtica novela de época, deliciosa en su ritmo lento y circular; una obra de arte tejida con esmero a partir de las investigaciones que la novelista ha realizado durante los más de veinte años que lleva viviendo en España, luego de que en Colombia le fueran negadas la sal y el agua en varias de las universidades donde quiso prestar su concurso. La prosa de Triviño es magistral e incisiva:
“He llegado a comprender –dice Vargas Vila en La semilla de la ira– que a estas repúblicas las matan no las doctrinas conservadoras sino los intereses, la ambición y la codicia que se ocultan tras la fachada de la tradición y las buenas costumbres. La enfermedad que corrompe el cuerpo social no es la miseria, sino el miedo. Cuando nadie se atreve a decir la verdad y todos huyen al chocar contra ella, la sociedad se lanza por un precipicio. En Colombia solo tienen cabida el bufón y el canto adulador de los juglares al servicio de los tiranos de turno. Si por azar del destino lleva hacia aquellas geografías a un hombre capaz de desvelar tanta ignominia, todos le vuelven la espalda; los periodistas, pagados por los poderosos, impiden que su verbo candente llegue hasta la multitud. Sin embargo no hay nadie que no declare vivir esperando una revolución...”.

En una época como esta, sometida al tira y afloja del pensamiento único que notifica una globalización arbitraria cuyos señores son las grandes empresas de un capitalismo sin rostro ni propósitos, doblegada por la corrupción, el lucro, el trapicheo y la discriminación; donde nada ni nadie parece ya importar, solo el dinero y su plaza de mercado, el panfleto parece el instrumento más idóneo para despertar al hombre del letargo. Cada día, quienes orientan el mundo están más coléricos, más mordaces, más emponzoñados contra los establecimientos y las ambiciones de los poderosos. Cada día el arte y las literaturas, la música y el cine eligen la postura de un alma como la de Vargas Vila en la novela de la señorita Triviño: un gran silencio para gritar más fuerte contra los enemigos de la libertad.

HAROLD ALVARADO TENORIO
Especial para EL TIEMPO


Christian Hopkins, la depresión en fotografías.






Christian Hopkins fue diagnosticada con depresión a los 16 años. Y, la fotógrafa decidió procesar su experiencia a través de la cámara. Sus increíbles fotos captan los matices incomprendidos de esta enfermedad mental que afecta a más de 350 millones de personas alrededor del mundo.

jueves, 9 de julio de 2015

El telegrama, Carlos Aguirre.


Afuera se escuchaba la algarabía de los niños en el recreo.
Mientras leía y releía el telegrama abrí y cerré quien sabe cuantas veces el libro que estaba sobre el escritorio sin percatarme de ello.
Una pelota entró rodando por la puerta hasta mis pies y un niño me susurró desde la puerta  ‑permiso director, para sacar la bola.
Le murmuré un sí casi imperceptible. Volví a leer el telegrama por enésima vez y caminé de un lado para otro en el pequeño recinto.

Me percaté que en la pizarra estaban los nombres de los maestros que componen el personal de mi escuela. De la caja situada en el ángulo inferior derecho de la pizarra tomé una tiza y subrayé uno de los nombres casi sin darme cuenta.
Por centésima vez quedé viendo el reloj de pared que estaba sobre un cuadro‑retrato de Rubén Darío.
Sentí que las manecillas habían avanzado más rápidamente de lo que yo quería acercándome a un momento para el que todavía no estaba preparado a pesar de querer pensar sólo en eso mientras le daba y le daba más vueltas al telegrama entre mis manos cada vez más y más sudadas, cada vez más y más temblorosas.

Decidí apretar el botón del timbre dando por terminado el recreo y...mientras afuera vibraba la campanilla, le pedí a un compañero que llamara a formación a todo el alumnado.
Todavía se escuchaban las risas de algunos renuentes a dejar sus juegos.

Anteriormente, casi siempre el encargado voluntario de ordenar la formación era José Adán. Chepe tenía modo para hacerlo, los muchachos siempre lo respetaron.

Era el quien siempre lanzaba la consigna para que todos comenzaran a cantar el Himno.

Este Chepe Adán..., siempre inventando juegos con los chavalos, siempre inventado paseos a la plaza Luis Alfonso Velásquez o a otra parte.

Este Chepe Adán, siempre averiguando cuando era el cumpleaños de los compañeros para celebrarlo en colectivo.  Buscando la música, prestando la casa, arreglando el local.

Este carajo Chepé Adán, que un día se me apareció en la dirección para comunicarme que se iba movilizado en un Batallón de Reserva. Que me recomendaba su cuarto grado y que cuidado no le escribíamos...

Los niños ya estaban formados en silencio.

Yo sabía que tanto ellos como los maestros se estaban preguntando que para qué los llamé a formación.
Los pies me pesaban como plomo, sentía un feo temblor en el estómago y, en la boca reseca, sabor a monedas de cobre. Encaminé mis pasos hasta colocarme frente a los alumnos.

El telegrama me temblaba en las manos y estrujaba la mente buscando las palabras que quería decir frente a mi escuela formada en el patio de recreos y mientras sentía un viento helado por el cuerpo al recorrer aquel pasillo tantas veces recorrido por Chepe Adán, sólo atiné a pensar...HIJUELAGRANPUTA GUERRA.


Carlos Aguirre Marín,
Escritor de Río San Juan, Nicaragua.



viernes, 3 de julio de 2015

Los autoretratos surrealistas de Mari Hokkanen.







La artista Mari Hokkanen, decidió hacer autoretratos y este es su producto final. 
En su trabajo, quiere contar historias que planteen interrogantes. Ella sigue realizando sus obras en Marihokkanen, de seguro encontrarás bastantes que te llamen la atención.